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La recopilación de vocabularios

Gracias a la emperatriz Catalina la Grande de Rusia se llevó a cabo la recopilación de vocabularios y gramáticas indígenas que realizó Mutis. La zarina quería un gran diccionario de todas las lenguas conocidas, que llegó a hacerse, y se dirigió a Carlos III para que le facilitara gramáticas y vocabularios de las lenguas americanas. Accedió el soberano y se expidieron Reales órdenes a los virreyes y gobernadores de Indias para que remitieran a la corte las que pudieran allegarse.
En Nueva Granada, concretamente en Bogotá, se le confió la misión al Padre Mutis, auxiliado por sus fieles Diego de Ugalde, canónigo, y Anselmo Álvarez, presbítero. El cosmógrafo de Indias Juan Bautista Muñoz dejó una relación de los papeles de idiomas de indios que reunieron (RAH, ms. 9/4855, ff. 77-79v). Gracias a ellos se recopilaron las gramáticas chibchamosca y saliba y el diccionario de lengua achagua. Tras esta labor, Carlos III, consciente de su valor, no los remitió a Rusia y ordenó su ingreso en su Librería de Cámara mediante Real Orden de 13 de noviembre de 1787.
En 1928 se publicó su catálogo bajo el título de Lenguas de América, ya que en la colección se encuentran más de los mencionados, escritos por otras personas y que Mutis reunió, considerando que un vocabulario debía constar de por lo menos cien palabras.
Son diecinueve los volúmenes con vocabularios y gramáticas, escuetos de extensión y en tamaño octavo y doceavo principalmente, que entraron en la Real Biblioteca9​ en febrero de 1789. Van del manuscrito II/2910 al II/2929 y algunos son copia, de hecho, el primer volumen lo es y se fecha la copia tras la Real Orden indicada, es el Arte y vocabulario de la lengua achagua, que es de los jesuitas Alonso de Neira y Juan Ribero, siendo trasuntado en 1762. En realidad se formó bastante antes pues Neira murió en 1703 y Ribero en 1736. El segundo y tercer volumen forma el Vocabulario andaqui-español, el cuarto es un Vocavolario para la lengua arauca, datado en 1765, el quinto es un Vocabulario de español a caribe, fechado en 1774 y del franciscano Martín de Taradell, el sexto y séptimo es otro vocabulario en lengua ceona, que se copió como consta en julio de 1788, el octavo y noveno se forman con voces del idioma guama, copiados en Bogotá en diciembre de 1788, el noveno volumen es un Cathesismo en guaraní y castellano, y que se fecha en Corrientes en octubre de 1789; el décimo es un vocabulario en guarauno e incluye un arte de confesar guaraunos, el undécimo es un Breve compendio de lengua pariagoto, el duodécimo es una gramática, confesionario y vocabulario en lengua mosca, los dos siguientes son otro vocabulario en mosca, de 1612 pero en copia del XVIII, el II/2925 y 2926 son voces castellanas en lengua motilona, hecho por el capuchino Francisco Javier de Alfaro, siendo copiados asimismo en julio de 1788. El siguiente es una copia sacada en diciembre de ese año por fray Jerónimo José de Lucena de tres vocabularios en lengua otomaca, taparita y yarura. Los dos últimos de la colección, por fin, los manuscritos II/2928-29 son un catecismo de la lengua de la provincia de Páez, en el idioma de la nación murciélaga o huaque, sacados en julio de 1788. Algunos son originales pero la mayoría son copia de otros originales, muchos de los cuales se han perdido o no existen otros testimonios escritos, por lo que adquieren la relevancia de originales. Son, en conjunto, un verdadero tesoro dentro de los fondos americanistas de la Real Biblioteca y un ejemplo del interés hispano por preservar para el futuro uno de los elementos capitales de las culturas indígenas, su lengua.

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